LA VOZ DEL FALLA (La Voz 6-02-11)

LA VOZ DEL FALLA

Hacía una cálida noche de invierno. O de otoño. Llegamos temprano y miramos la cuadrada fila de personas que hacía cola a la entrada del Teatro Falla, apretando sus abrigos, uno contra el del otro. A su alrededor, una pizzería despedía gente oliendo a pepperoni y el refino de al lado hacía caja vendiendo bocadillos de lomo adobado con queso fundido. Calentitos, muy calentitos. Nos había invitado un buen amigo, comercial de “La Voz de Cádiz”, a una cómoda platea, donde nos ubicamos, frente por frente a las ninfas del Carnaval y el ceñudo jurado. No voy a engañar a nadie, yo iba a ver a José Luis García Cossío, “el Selu”. Luego la noche trajo sus sorpresas, que lo son por interponerse en tu camino sin esperarlas, como las muertes de los amigos. Desgraciadamente, uno cumple años y lo que le sorprende es no recibir sorpresas con cierta frecuencia. Pero el sorprendente Teatro exultaba luz y color, ambiente, ganas de disfrutar y bellas reporteras paseando su palmito por entre las filas de gaditanos (entendiendo por gaditanos todos los presentes, incluyendo a un asiático con pinta de actor famoso en Hong Kong, haciendo fotografías a diestro y siniestro en medio del palco). Presidía la Alcaldesa de Cádiz, Teófila Martínez -acompañada de su homónimo del Puerto de Santa María, Enrique Moresco-, que disfrutó de cada crítica, aplaudiendo como si no fuese ella la parodiada y sí Marta Meléndez, su rival a la alcaldía.

Fue una noche mágica que superó expectativas (excepto el cuarteto de tres, que respondió a lo esperado). Lo mejor, las chirigotas de Puerto Real y del “Selu”, por este orden. La primera, llamada “Los diestros muuu diestros”, reflejaba al facha de toda la vida a la espera de que se produzca el cambio político en la nación (foto de Tejero incluida). La segunda, “Número 1 en Ventas (y Gasolineras)”, representaba una generación de cantantes casposos y setenteros que ahora malviven a la sombra de, y cito textualmente, “Bisbal, Shakira y Madonna”.

Debo reconocer que sólo recuerdo fogonazos, partes inconclusas del puzzle que fue la noche, puesto que la esencia misma del Carnaval, la que yo creo es la crítica ácida e inteligente, la desvergüenza y el arte, desviaron muchas ocasiones mi mente del escenario pensando en los subterfugios de lo expresado por los participantes del concurso de agrupaciones. Qué hartos estamos. Todos, ellos y nosotros. Lo cantaba la voz del Falla y yo lo disfrutaba en la platea de La Voz de Cádiz. Todos igual de hartos del paro, de la ordinariez, de la falta de ideas. Hartos de ZAPATERO (préstese atención a las mayúsculas). Cada cuarteto, cada chirigota, cada comparsa y hasta el Coro de Sevilla. Hartos todos. Unos con mas y otros con menos. Arte, me refiero. Como los políticos.

Enrique Montiel de Arnáiz

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