LA NORIA (La Voz 13-11-11)


LA NORIA

El debate del 7N fue plúmbeo, como pudieron comprobar. Aparte de Mariano Rajoy llamando al candidato socialista “Rodríguez Rubalcaba” con una forzada impostura, de Rubalcaba interrogando a su oponente inquisitorialmente y de la anexión de Cazalla por la provincia de Cádiz (no descubierta por su Diputado). Aparte de todo eso, fue de un aburrimiento supino. Pero la culpa no es de ellos ni de Campo Vidal, quién por cierto, ha sido objeto de infinidad de críticas por su intervención: la culpa es de la competencia, del llamado “Periodismo del Corazón”.

Qué nos van a transmitir estos dos líderes correctos y cincuentones cuando estamos acostumbrados a artistas del coloquio, el debate y la descalificación como, entre otros, los conocidos Belén Esteban, Kiko Hernández o Coto Matamoros. Estos profesionales del atajo, la burla, la ironía y la invectiva, llevan la interpelación a escalas inalcanzables para personajes vacuos y tristones como son un Registrador de la Propiedad o un Doctor en Ciencias Químicas.

El listón estaba muy alto y por eso a la gente le ha parecido descafeinado el debate y se han fijado en el tinte del líder popular o la corbata del socialista, y, al acabar, rápidamente empezaron a buscar, mando en ristre, una auténtica dosis de contertulio peligroso por entre los mares de la TDT, donde navegan Sálvame Deluxe o La Noria. Éste último programa ha sufrido recientemente un grave varapalo con el que quizá no contaba: el abandono de más de veinte de sus patrocinadores como consecuencia de que, al parecer, su productora abonó 10.000 € a la madre del criminal conocido como el Cuco, condenado por el caso de Marta del Castillo. Un movimiento de repulsa, quizás amparado por la propia competencia del programa, que ha bombardeado la falta de ética de los responsables de La Noria, que financian a los condenados y les dan publicidad, introduciéndolos en el circo mediático. El espacio de Jordi González habrá aumentado su “share” y posiblemente sea yo el único español que jamás ha visto una de sus emisiones, pero el precio a pagar va a ser alto: se rumorea la próxima cancelación del programa.

Pero el problema se detrae de nuestra propia indefinición. Estoy de acuerdo con el también profesional del desprecio verbal, Evaristo Mejide, en su cuenta de Twitter: “Cómo harán para aplaudir la retirada de marcas de un programa y a la vez sostener el mando a distancia con el que lo convierten en líder...”. Tiene toda la razón el publicista catalán, enfant terrible y fustigador de la mediocridad, actor de sí mismo. Mientras la ausencia de carisma, profesionalidad, arte y competencia sean tan notorios, mientras la gente se siente cada noche delante del televisor a ver ordinarieces, desafueros, maltratos verbales y a chulos y bienpagadas, los debates entre Rajoy y Rubalcaba serán tan tediosos que habremos de retirar nuestra publicidad de sus campañas electorales y publicar la noticia en el tablón de anuncios de nuestro portal comunitario, junto al listado de morosos.

Enrique Montiel de Arnáiz

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