LLAMADME CALOR - LA VOZ DE CÁDIZ (21-08-13)


Qué caló ni calé. A cualquiera le llaman calor. Un minero de tez amarillenta vestido al modo ignífugo, los cabellos pardos, sus orejas taponadas por auriculares de la Marvel (serigrafiado en ellos el Wolverine clásico que peleó con Hulk la primera vez, en Canadá), sudando en una cueva subterfúgica donide, pico y pala mediante, respira grisú y devuelve dióxido de carbono. O monóxido. Eso es la calor. Superhéroes de verdad y no Zuperman: tipos de pelo en pecho que curran en agosto y se pasan la ola ke ase de calor por el triángulo de las bermudas, para pagar sus letras a la financiera. ¿Qué son cuarenta grados al sombrajo comparados con cuarenta pájaros rondándote morena por los vericuetos de la letra pequeña de tu impagado préstamo hipotecario? Remedan la escena de Alfred –no el eterno mayordomo de Batman y Batman Returns, sino Hitchcock– donde el techo de la casa de madera está pintado de cuervos que observan y esperan, inmunes a la epidemia zombie, a su rubia víctima.
Calorcito, el que le dan al Otto Octavius de Cádi los fan-boys, fan-girls y fan-equis: que si existe o no la graphic novel, que si Beyoncé está más apetecible de mujer X (Tormenta) o de tormenta X (Mujer). Discusiones tramontanas que promueven el astío vacacional de los maestros con wifi (y los en libertad con cargos). ¿Ensartaría Green Arrow entre los ojos y sin dudarlo a ochenta metros (542 pasos por la arena de la playa del Castillo) a Fabián Picardo, primo segundo linense de los Picardo cañaíllas, abastecedores de tortillitas de Camerons en la Venta de Vargas? «Déjalo Green, no merece la pena», le dicen, perdonavidas, Melkart y Drac de Ferro al arquero.
La clave contra los espejismos del desierto está bajo llave y se llama John the Ripper (no hay tanta formalidad como para tutearlo Jack): vivamos atque amemus, Mea Lesbia, los amores acuáticos de la piscina comunitaria. Y después, fresquitos el corazón y la mente, aseados, peinados, perfumados incluso, vayan a Santa Lucía a cenar pero, al no haber reserva hasta septiembre de 2017, siéntense mejor en la terraza del gastro-bar Las Delicias de Vejer y respiren el pijoflaútico aroma a incienso, nuez moscada y azahar mientras tatakitean.
La calima pasa, cual cóndor, poco a poquito, como bien decía el Sacerdote a Indiana Jones: «Ca-li-ma... Ca-li-ma»; mientras le sacaba el corazón del pecho (sin romper la camisa, oiga) en la sublimación del carterismo étnico. Y cuando menos lo esperábamos, John the Ripper Snow nos dice lo único que aprendió de su decapitado padre: «winter is comming» (je ne pas comprender) y los ardores nos suben de las gónadas a las glándulas suprarrenales pensando en el ideal bucólico de nuestra oficina: la mesa repleta de carpetas repletas de folios repletos de tachones. Y, entonces, –final asistencial– @Baticadiz despierta de su letargo y lee el wassap de @AbeInfanzon: «esta comparsa es malísima. Me voy a dormir», siendo consciente en ese mismo instante de que el infierno se había convertido en invierno mientras soñaba que fuera verano. Again.

http://www.lavozdigital.es/cadiz/20130821/local/ultima-201308210914.html

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