PRIMERAS IMPRESIONES DE "LA PISTA DE HIELO", DE BOLAÑO



Hay autores que te llaman la atención sólo por su nombre, son tipos que tienen la de desvergüenza de llamarse Pepe Pérez, Montero Glez o Roberto Bolaño. Uno ve su nombre, el título y la foto de portada y se dice: este hijo puta tiene que ser bueno. Sigues tu primer impulso y sacas la pasta de la cartera. La dependienta te mira con cara de sabihonda, como diciendo "¿aún no habias leído este?" Y te cobra, perdonándote la vida loca. 

Empecé ayer La pista de hielo. Me gusta como me gusta igualmente el difunto Bolaño (2003). Es la desvergüenza con arte y estilo. Con métrica. El chileno sabe narrar sin prisa, con una cadencia pausara que confiere elegancia a su historia, aunque sea escatológica (de heces, no de tumbas). Este libro suyo es de esos que me hacen recomendarlo antes incluso de acabarlo. No me hacen falta más de 39 páginas. 

Para muestra, un botón: "Arriba, sobre las ramas de los árboles, entre la tembladera de hojas, las ratas del camping realizaban sus ejercicios nocturnos".

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