SUSANA DÍAZ: OCHENTA DÍAS DE TIGRESA



No sé exactamente los motivos por los que Susana Díaz decidió adelantar las elecciones a la Presidencia de la Junta de Andalucía. Desconozco si fue para atajar una recuperación del PP andaluz, con un candidato recién nombrado, o para evitar el auge de Podemos o Ciudadanos, o si fue por sus discusiones internas con la dirección nacional del partido, o para evitar una imputación masiva de altos cargos y ex presidentes de la Junta por parte de la Justicia, o porque no le cuadrara "demasiado" embarazada. Lo cierto es que parece que se equivocó en sus cálculos.

Ochenta días después, la presidenta en funciones de la Junta se enfrenta a la última ronda de negociaciones con los líderes rivales, que parecen estar haciéndole pagar la soberbia con la que se ha movido desde la ruptura con IU, su socio de gobierno. La imposición de líneas rojas está asfixiando a la trianera y su gobierno en funciones, dejando a la CCAA casi tres meses sin un gobierno estable, que decía, era lo que propiciaba al convocar elecciones.

Anuncia ahora la UDEF la detención de 100 cargos de la Junta por la operación Edu en varias provincias andaluzas entre las que están Sevilla, Málaga y Cádiz, el eje del curso de formación irregular. Y lo anuncia en la peor semana, en el peor momento, en la semana en que Susana podría haber firmado el pacto o acuerdo anticorrupción para obtener el apoyo de Ciudadanos o Podemos, que ahora no van a querer hacer nada por miedo a que la tiña les fuera contagiada. 

Valientemente, Susana afirma que si no hay acuerdo, si los partidos no actúan con responsabilidad (imagino que responsabilidad es dejar gobernar a la lista más votada; "oído cocina" dice Teófila Martínez) convocará nuevas elecciones y que sea lo que Dios quiera. Esta decisión tendrá incierto resultado: el PP va subiendo, Ciudadanos y Podemos están más arraigados, el PSOE se verá fracturado. ¿Le pedirán la dimisión a Susana Díaz? Jamás entregará la cuchara, eso lo tengo claro. Ni aunque haya costado el adelanto electoral doce millones de euros. Ni aunque el nuevo, tras ochenta días de zozobra, cueste otros doce millones más. Mejor -dirá alguno- que se gasten en democracia efectiva antes que en subvencionar a empresas interpuestas por la organización de cursos que jamás se realizaron. Por ejemplo.

Pero a ella le da lo mismo. No olvidemos que,no hay nada más mortífero y peligroso que una tigresa encinta que ha de proteger a su cría, aunque lo que no tengo claro es quién es la cría aquí.

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